jueves, 2 de julio de 2015

UN REGALO PARA TODA LA VIDA O EL PODER DE LA NATURALEZA




FICHA TÉCNICA                     
Título: Un regalo para toda la vida
Autor: Carlos González
Editorial:  Angle Editorial
Año de publicación: 2006


La lactancia materna me parece un asunto muy importante y a la vez complejo, sobre todo a nivel emocional. Pero el principal problema es que no tenemos ni idea. Así de simple. Porque venimos de donde venimos (de ese mundo de biberones y chupetes que comentaba hace unas semanas) y nadie nos ha explicado nada. De hecho la imagen de un  bebé en nuestro imaginario va muchas veces asociada a un chupete o a un biberón, ambos inventos modernos para sustituir al pecho y que no tienen nada que ver con la verdadera naturaleza de un bebé. En nuestra sociedad dar el pecho es un tema si no tabú, por lo menos desconocido.
Yo misma, que estando embarazada, me fui a un taller de lactancia e intenté informarme por varios medios, cuando me tocó la hora de dar pecho, me pillaron por sorpresa un montón de cosas y me percaté que tenía una falta de conocimiento brutal.
En el hospital donde estaba ingresada después de parir, tuve que ir constantemente detrás de las enfermeras para que me asesoraran y ser bastante pesada, porque si no nadie explicaba nada. Por no hablar que hasta que yo no tuve a mi hija solo había visto una mujer dando el pecho en público a mis 37 años, fue hará unos cinco años en el metro de Barcelona y reconozco que me llamó bastante la atención. Reflexionando sobre ello, me parece un poco triste que en su momento me sorprendiera ver a una mujer dar el pecho cuando es precisamente gracias a la realización de este acto por parte de un montón de mujeres antepasadas que yo misma esté en este mundo.
Se ha conseguido hacernos ver que lo que ha hecho que la humanidad haya sobrevivido durante siglos sea visto como algo extraño, incluso como una extravagancia en según qué entornos. En cambio lo realmente extraño, lo artificial, lo añadido, es hoy en día, lo aceptado por todos, lo que se espera y lo “normal”, véase meterle un trozo de plástico en la boca de un recién nacido.
En realidad tiene mucho mérito habernos hecho creer todo esto, porque si nos paramos a pensar racionalmente nos daremos cuenta de las pocas luces que hay que tener para de verdad creernos que, por ejemplo, la leche “buena” es la artificial en detrimento de la otra.
Por todo lo explicado, Un regalo para toda la vida, que es un libro defensor de la lactancia materna y que intenta desmitificar varias concepciones alrededor de ella, es imprescindible para cualquier madre que decida dar pecho. Puede ser que este libro ayude a que muchas de las mujeres que por la falta de información, apoyo, comprensión o ayuda en general del entorno, no abandonen la lactancia a la primera de cambio como habrá ocurrido millones de veces en las últimas décadas. En realidad no me extraña que se haya vendido tanto, pues existía un nicho en el mercado que hacía mucha falta llenar.
Personalmente, lo leí al mes de haber nacido mi hija y me ha ayudado a entender mejor mi cuerpo, a solucionar problemas (en concreto a detectar que el dolor en uno de los pechos era debido a un mal agarre, puesto que se comenta que el dar pecho debe ser totalmente indoloro, cosa de la que- ¡oh sorpresa! - tampoco tenía ni idea) y a entender que ciertos comportamientos son “normales”, como las crisis de lactancia (que en concreto está la de los quince dçías, la del mes y medio, la de los tres meses y la de seis; aunque en el libro habla más que nada de la de tres meses, que es la que suele ser más fuerte). Ayuda a familiarizarse con las diferentes etapas o problemas que te pueden ir surgiendo: la subida de la leche, mastitis, grietas... Conceptos que a la mayoría de las mujeres sin hijos les suena totalmente a chino (o por lo menos a mí me sonaba totalmente a algo de otra galaxia) y que cuando le suceden a una piensa que hay algo que no va bien, por el mismo desconocimiento del que estoy hablando todo el rato. 
Otro consejo que daría es ir a talleres de lactancia donde hay otras mujeres con problemas e inquietudes parecidasy unas asesoras normalmente muy competentes. Dichos talleres no sirven solo para informarse, también suponen un soporte moral muy necesario en unos momentos en los que una se siente muy vulnerable.  
En resumen, el libro en sí está muy bien por el simple enfoque, solo por hablar de este tema y decir: a ver, gente: dar el pecho es algo bueno, saludable y por encima de todo, mas fácil de lo que creéis y vosotras podéis hacerlo.  

sábado, 6 de junio de 2015

CRIANZA CON APEGO



Después de mil años vuelvo a estar activa en el blog. El tener una hija ha trastocado profundamente todas mis prioridades y ha puesto mi vida del revés, pero a partir de ahora prometo ir publicando entradas… ¡por lo menos hasta que no vuelva a tener otro bebé! Como no podía ser de otra manera, he estado leyendo libros sobre crianza infantil, así que de momento lo siento pero seré un poco monotemática e inauguro un ciclo sobre literatura de crianza con apego.




Había una vez un mundo en el que la mayoría de los bebés se alimentaban de leche artificial, dormían solitos en habitaciones propias sin sus papás y éstos no los cogían en brazos en público porque si lo hacían se les decía que los malcriaban. Incluso a algunos bebés se les dejaba llorar sin consuelo porque intentar calmarlos era de flojos.
Los pediatras les aseguraban a las madres que la mejor leche era la de bote y los profesores hablaban de la importancia de castigos y límites. En los hospitales dormían a las madres a la hora de parir y se despertaban con su hijo encima sin haberse enterado de nada, unos extraños les quitaban a sus bebés para llevarlos a la nursery y solo les devolvían sus hijos cada tres horas para que mamaran.   
Parecía un mundo en el que los pobres bebés quedaban algo desvinculados de sus madres, un mundo en el que lo artificial eclipsaba a lo natural.
Prácticamente toda mi generación y varias anteriores y posteriores creo que hemos sido criados en este mundo.

Luego está el otro mundo: el efecto rebote en una parte pequeñita (de momento) de la sociedad y con él lo que viene llamándose la crianza con apego o crianza respetuosa, donde ese mundo de antes se ha puesto del revés: el pecho ha pasado a ser el mejor alimento para un bebé, el colecho (que el bebé duerma con los padres) la manera más saludable de dormir, y el porteo (llevar al bebé en una mochila portabebés) como lo más cómodo y adecuado para el niño. Por supuesto, dejar llorar a un bebé ha pasado de ser algo bueno para sus pulmones a considerarse algo totalmente perjudicial para la salud emocional de los hijos. En cada vez más hospitales no se separa al bebé de su madre al nacer, y cada vez las madres van pidiendo partos más naturales y con la menor medicación posible. 

La crianza con apego no es algo extendido a toda la sociedad como sí lo es el mundo descrito al principio, porque este mundo de desapego lleva décadas vagando por la mente colectiva de la sociedad occidental, y es muy difícil deshacerse de todas esas creencias ya tan arraigadas en nuestro subconsciente.
Volver a los orígenes donde las mujeres conectamos con la parte más instintiva de nuestro ser no es algo que se pueda conseguir tan fácilmente. A muchas marcas de carritos, de cunas, de leche artificial, de pañales desechables (están los de tela), etc. Esto de la crianza con apego no les conviene demasiado, pues pierden volumen de negocio. En cambio ganan terreno los fabricantes de mochilas portabebé ergonómicas (las Jané, Babybjorn, CasualPlay y demás no lo son, que no os embauquen) y el consumo de otro tipo de marcas más económicas y ecológicas.
Evidentemente, no soy tan ingenua de creer que no se extienda este tipo de crianza solo por los intereses de ciertas marcas. Los cambios no se dan de un día para otro, porque las cosas tienen su evolución y hacer cambiar de opinión sobre una cosa ya les cuesta a ciertas personas, imaginad a toda una masa social, que además está influenciada por los consejos de las madres y abuelas muchas de ellas defensoras del “no lo abraces que lo malacostumbras”.
La crianza con apego, decía, no está muy extendida, pero sí cada vez tiene más adeptos.
Sus portavoces literarios en España son Carlos González y Rosa Jové principalmente (por lo menos son los que yo más he escuchado en foros, conversaciones y demás, que seguro que hay más y quizás mejores que ellos).
De Carlos González ya comenté su libro Bésame mucho, y ahora me he leído Un regalo para toda la vida, y Mi niño no me come. El primero es sobre la  lactancia materna (que como comentaré, es un básico para cualquier madre que decida dar pecho), y el segundo trata sobre la relación entre los niños, sus padres y la comida.  
De Rosa Jové estoy leyendo Dormir sin lágrimas, más que nada porque a mi hija esto de dormir por las noches lo ve un poco aburrido.


viernes, 23 de enero de 2015

Bésame mucho. Una oda al amor.


FICHA TÉCNICA                     

Título: Bésame mucho
Autor: Carlos González
Editorial:  Angle Editorial
Año de publicación: 2013


GONZÁLEZ CONTRA ESTIVILL, O EMPATÍA CONTRA DESAPEGO
Para quien no conozca a Carlos González, le diría que es un pediatra partidario del piel con piel con el bebé, y que su libro más conocido trata sobre lactancia materna: “Un regalo para toda la vida”. Sin embargo, el libro que reseñaré, Bésame mucho, habla sobre el cuidado infantil en general.
González defiende una crianza en la que se tienen muy en cuenta las necesidades de los niños, y ofrece un enfoque muy diferente al de los modelos culturales aceptados actualmente en la sociedad occidental. Por ejemplo, desmonta la creencia que los niños duerman en la misma cama que los padres es malo para estos, y que además se les esté malcriando. También pone en tela de juicio muchas de las convicciones populares como que si llevas al bebé mucho tiempo en brazos se mal acostumbrará pues también lo estarás consintiendo demasiado.
Este pediatra es un gran detractor de lo que se llama “mano dura”, de poner límites a los niños o de castigarlos.

Por otro lado, es más fácil que hayas escuchado hablar del doctor Estivill y su método, que revolucionó hace unos años el mundo de la crianza de los niños con sus ideas sobre cómo hacer dormir a los bebés. De hecho aún seguimos bajo su estela, pues he escuchado a más de una madre, hoy en día, hablar bien de él.

No puedo criticar en profundidad a este doctor porque no me he leído un libro entero de él, solo algunas citas y los parámetros generales de su método. Pero con decir que él mismo se ha retractado de sus ideas, copiadas de un tal Ferber, y que no las ha aplicado ni siquiera a sus propios hijos, creo que es suficiente. 

¿Porqué hablo de Estivill? Para situar ideológicamente a Carlos González. Es su antagónico. Exagerando términos, y más que nada para ubicar a González, Estivill en comparación sería una especie de sádico sin moral, pues dice que hay que dejar llorar a los niños hasta que no tengan más fuerzas y se resignen.

El pediatra Gonzalez, sin embargo, si lo comparamos con Estivill, sería un hippie colgado, pues aboga por el amor y el colecho para hacer dormir a los bebés, quizás a costa de la paciencia y salud mental de los padres.







BÉSAME MUCHO
El libro en sí está muy bien desde el punto de vista que te ofrece una perspectiva distinta de la que seguramente tenías sobre todo el tema relacionado con la crianza de tu bebé, y te hace reflexionar y poner en duda muchísimos aspectos anteriormente dados por hecho.
Algunos ejemplos o puntos que me han llamado la atención – aunque hay muchos más - serían los siguientes:

1 - No existen niños malos. ¿Es que un bebé puede ser malo? ¿Qué es comportarse bien? ¿No llorar mucho? ¿Si llora mucho ya es malo? ¿Por qué? Personalmente, el solo hecho de formular estas preguntas ya me resulta estimulante para aceptar nuevas ideas.

González dice que googleando “los niños son crueles” salen infinidad de entradas, pero cuando las palabras son “los niños son comprensivos” no aparece ni una sola.
Entonces que haya un autor que defienda de esta manera a los niños como buenas personas, es algo necesario para compensar esta asociación generalizada de niño a algo negativo, que se porta mal o que es “cruel”. En contraposición a numerosos expertos que hablan sobre las malas conductas y problemas de los niños, dando por hecho que son crueles, nos manipulan, son egoístas, celosos, etc. Defiende que los niños son:
·        Desinteresados (pues muchas veces no lloran por tener hambre, sed, por frío o porque se han cagado o meado, simplemente quieren el amor de la madre)
·        Generosos     
·        Ecuánimes
·        Saben perdonar (las veces que los hijos perdonan a los padres son las mismas que las que éstos los riñen o critican)
·        Valientes
·        Diplomáticos (pues dentro de sus prioridades está el jugar o ser feliz, y por ello se olvidan de enfrentamientos o riñas con otros niños o padres, eso les hace ser diplomáticos y desencallar con naturalidad situaciones conflictivas)
·        Sinceros (estamos todos de acuerdo que el disimulo, la astucia y el engaño no forman parte del lenguaje emocional de los niños, más bien al contrario)
·        Sociables (a diferencia de algunos adultos, son capaces de hacer amigos sin importar forma de vestir, raza o nivel social de éstos)
·        Comprensivos

2- La separación de un bebé de su madre puede llegar a ser muy perjudicial para la salud emocional tanto de la madre como la del bebé, en cualquier sentido. Plantea que porqué tiene que estar bien visto escaparse un fin de semana en pareja y sin el hijo y en cambio escaparse sin la pareja y con el bebé es prácticamente inconcebible desde el punto de vista de la aprobación social.

3- Relacionado con el último punto sobre la separación de madre y bebé, la cama familiar o el colecho no tienen porqué ser nocivos.


- No produce insomnio, y que no hay ninguna prueba que lo produzca
      - No causa problemas psicológicos, y que tampoco hay ningún estudio científico que pruebe que los cause 
     - No provoca la muerte súbita. De hecho en Japón, donde la práctica del colecho es algo habitual, la muerte súbita es un hecho bastante infrecuente.


4- El establecimiento de límites  a lo mejor no es algo tan bueno para el niño como nos han hecho creer siempre. Vivimos en una sociedad en la que ya de por sí se les ponen (y nos ponen) límites constantemente: hay que levantarse pronto, ir al colegio, ponerse ropa que no les gusta, comer comida que no les gusta, lavarse los dientes, sentarse con la espalda recta, hacer los deberes, no poder tener el juguete que tiene el vecino, no comer chucherías… El mundo de los niños está lleno de límites. Ponerles más igual es pasarse un poco según el autor. Hacer alguna concesión de vez en cuando puede ser muy sano para el niño desde un punto de vista emocional, pues se queda con la sensación que a veces, puede salirse con la suya.

5.- No está de más pedir perdón a un hijo si nos hemos equivocado en algo. No somos perfectos, nos equivocamos y a veces pedir perdón es lo más lógico, eso no hará que nos respeten menos o que perdamos imagen de autoridad, al contrario: nos respetarán más porque nos entenderán y les ayudaremos a tener más inteligencia emocional.

6.- La frase “una buena torta a tiempo” es sinónimo de justificar el maltrato infantil. En esto estoy totalmente de acuerdo con el autor, y que en pleno 2015 se tenga que defender que pegar a un niño es maltrato y abuso de poder me parece muy lamentable, porque se tendría que dar por hecho. 

7.- Obligar a hacer las necesidades a los niños cada tiempo determinado o cuando nos venga bien a nosotros es antinatural. Los niños no son robots y si no cagan o hacen pis cuando queremos no tienen la culpa, son como nosotros: seres humanos. Igual que si les quitamos los pañales pueden tardar en acostumbrarse a no hacerse pis o caca encima. Son cosas que pasan.

He resumido el libro en estas siete afirmaciones, hay muchísimas más, pero estas son las que más me han impactado. Todas ellas, si leemos lo que está subrayado, contradicen lo que seguramente se suele decir de los niños, pero, a mi parecer, todas ellas están bien argumentadas y me parecen de lo más lógicas.  

 En realidad vivimos en un mundo en el que cuando a un niño se le dan abundantes muestras de cariño, está muy pegado a la madre y se le duerme en brazos siempre, se le hace mucho caso, se le dan mimos constantemente o se juega habitualmente con él, se dice que se le está consintiendo. Precisamente todo esto es lo que González dice que se debe hacer con los bebés: lo que socialmente se dice consentirlos. ¿Que está mal visto? Puede ser. ¿Que eso es bueno para los niños? Para González, sí.

En resumen, me parece muy bien que, en contraposición a tanta literatura y creencias basadas en el concepto de “mano dura”, establecimiento de límites y demás aspectos parecidos, existan pediatras que nos hagan ver a los niños y bebés como lo que son (ahora viene el momento cursi de la entrada): seres llenos de amor y bondad.
También pienso que ayuda a ver y tratar a los niños (no solo a los hijos propios) desde otra perspectiva, más comprensiva y con más empatía hacia ellos.